‘Purplewashing’ o ser feminista cuando conviene

Cada año en un día como hoy, 8 de marzo, el Día de la Mujer, diversas empresas se tiñen de morado, en señal de apoyo a las mujeres y a la lucha feminista. Pero, ¿nos hemos parado a mirar un poco más allá? ¿Cómo actúan estas empresas el resto del año? ¿Cuentan con mujeres en su personal? ¿Y en los cargos directivos? Hoy vamos a hablar de un fenómeno muy común: el ‘purplewashing’.


INFLUYENDO-FEMINISMO-PURPLEWASHING
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Numerosas empresas se describen como feministas, especialmente en fechas como el 8M, el Día de la Mujer. Ya no es nada raro ver en las tiendas camisetas con mensajes empoderantes, como ‘GIRL POWER’ o ‘Everybody should be feminist’, entre muchos otros.

Sin embargo, esas mismas empresas basan su mano de obra en niñas y mujeres en países en vías de desarrollo, trabajando en unas condiciones miserables. Esas mismas empresas apenas cuentan con mujeres en altos cargos o cargos directivos. 

Esto forma parte de lo que se conoce como ‘purplewashing’, puesto que se pretende utilizar los mensajes y la imagen feminista para lavar la imagen de una empresa. Además, el purplewashing se usa para utilizar al feminismo con el objetivo de discriminar a otros colectivos, que también incluyen a mujeres, como por ejemplo para legitimar políticas racistas o xenófobas. 

El término fue acuñado por la escritora y activista Brigitte Vasallo, quien lo describió de esta manera en una entrevista para El Confidencial:



“Es el proceso de instrumentalización de las luchas feministas con la finalidad de legitimar políticas de exclusión contra poblaciones minorizadas, habitualmente de corte racista. La paradoja es que estas poblaciones minorizadas también incluyen mujeres. Es un término que hago derivar del pinkwashing, ampliamente desarrollado por Jasbir Puar o Dean Spade, y que señala la instrumentalización bélica de los derechos de las poblaciones lesbianas, gays, trans y bisexuales (LGTBI), al tiempo que genera una identidad nacionalista en torno al (supuesto) respeto a esos derechos. Derivé el término en 2014 ante la necesidad de nombrar específicamente la instrumentalización de los derechos de las mujeres, algo que no estudia necesariamente el pinkwashing.”


Es crucial entender y recordar que el feminismo no es una moda ni es algo estético, nos afecta a todas en incontables aspectos de nuestras vidas. Una empresa que se considera feminista debe estar comprometida con ello en todos sus ámbitos – y no solo cuando es conveniente.



Por Marina Pardo


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