Empezando con los SMS y los emails hasta los zumbidos de Messenger. Desde publicaciones Tumblr en Tuenti hasta Facebook e Instagram. El auge de las tecnologías se ha infiltrado en el mundo de las relaciones, convirtiéndola en una de las herramientas más usadas a la hora de conocer gente. Las redes sociales o las plataformas expresamente destinadas para ligar han tenido un éxito que no para de crecer, incluso los jóvenes usan cada vez más este tipo de herramientas para conocer gente.
Es posible que
todos conozcamos las típicas aplicaciones para conocer gente como “Meetic” o,
la más extendida entre los jóvenes, “Tinder”. Sin embargo, hay un sinfín de
plataformas digitales en las que encontrar el amor.
Meetic lleva desde 2001 conectando a
personas y es, posiblemente, una de las apps más serias para ligar,
dejando a un lado los encuentros esporádicos. Lo que, por ejemplo, no
caracteriza Tinder, ya que está pensada para un tipo de público que no
busca ataduras sino simplemente pasarlo bien. Aunque esta no es la regla, puede
haber excepcionalidades que sí encuentren el amor en esta aplicación.
Muchas otras aplicaciones
que quizás nos suenen, pero no conocemos del todo, son por ejemplo Adoptauntio.
Su concepto es simple: las chicas son las que tienen el poder de
decidir con qué hombres contactan. Además, es la única plataforma de su
sector que consigue equiparar el número de usuarios de ambos sexos.
Una de las
plataformas que también está pisando fuerte es Happn. A diferencia de
Tinder, en la que la localización va en función de la distancia que desees, Happn
te avisa cuando te cruzas con alguien que también utiliza la aplicación. Puede ayudarte
a romper el hielo con alguien con quien te cruzas a menudo en la calle o en el
autobús.
La manera de
ligar tradicional quizás se está perdiendo debido a este auge de las
plataformas de citas, pero ¿funcionan? Se ha abierto un debate alrededor de
esta cuestión ya que se suelen ver como una manera muy superficial de conocer a
alguien ya que lo primero que vemos es un físico. ¿Estamos sumergidos dentro de
un 'catálogo de personas' o se puede encontrar el amor verdadero?
Si tenemos en
cuenta la mecánica y funcionamiento de estas aplicaciones, podríamos pensar que
estamos ante una especie de 'catálogo de personas' en el que puedes escoger lo
que más te guste, como una transacción comercial. Realmente esto sucede porque
buscamos la inmediatez, es decir, lo que nos gusta lo queremos ya y además esto
causa que tomemos las relaciones desde una perspectiva superficial sin mucha
implicación, por lo que suelen durar poco.
Se trata de un
error bastante grande tomar a Tinder y otras apps como un catálogo, pues
nos estamos comportando como si fuésemos un cliente que busca un producto
cuando, en realidad, a nosotros también nos buscan. Es importante
que mostremos como somos pero que tengamos en cuenta a la otra persona, cómo es
y lo que busca.
Lo que han causado
estas webs de citas inmediatas es que estemos ante un amor líquido, con muchos
comienzos que acaban en finales en cuestión de horas o días, pero casi todos
indoloros.
Nos interesa
encontrar el amor verdadero y auténtico, pero nos cuesta mucho luchar por él.
Se trata de un mecanismo de protección, una barrera que nos impide implicarnos
sentimentalmente para no sufrir. Esto a su vez hace que vayamos saltando
de una “relación” a otra sin centrarse en una sola, en parte por la
gran variedad de posibilidades que ofrecen las apps de ligar que siempre nos
hace pensar que siempre hay alguien mejor que el anterior. Y este pensamiento entra
en un bucle que nunca acaba en un compromiso real.
Las aplicaciones
de citas pueden ser una gran herramienta a la hora de conocer gente nueva e
incluso entablar una relación, pero es muy fácil caer en la tentación del
exceso y llegar a banalizar los sentimientos reales o que incluso no lleguemos
a distinguirlos. Siempre será mucho más sano conocer a alguien sin los
prejuicios que construimos a partir de una foto y la “ficha técnica” de una persona.
No obstante, un buen y adecuado uso de estas aplicaciones podría llevarnos a encontrar
a nuestra “media naranja”, siempre y cuando nos mostremos abiertos a
encontrarla.
Hecho por Irene M. Chinea
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